
Andrea Josefania Venegas Jasso
Hace 90 años se publicó por primera vez Un mundo feliz, el libro más famoso del escritor británico Aldous Huxley. Con el paso de los años se ha convertido en una de las novelas de ciencia ficción más célebres del siglo XX formando parte de la conocida trinidad de distopías clásicas, junto con Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y 1984 de George Orwell.

La historia se sitúa en un estado único ubicado en Londres, 632 años después de una revolución mundial. Los humanos son prácticamente creados por máquinas con un propósito, el de tener un rol específico en la sociedad. Los individuos están divididos en castas, primero y más arriba de la pirámide social, están los Alfas (que son los gobernantes), después los Betas, Gamas, Deltas y por último los Épsilon, como base de la pirámide.
Se le recomienda al lector, leer el libro para conocer más sobre esta historia que, sin duda, deja muchísimo que pensar… Sin embargo lo que si queremos añadir es lo impresionante que resulta darse cuenta de lo mucho que se parece a la actualidad y como poco a poco la cultura se va transformando y adaptándose a su entorno en todos los sentidos, sobre todo el social y el tecnológico.
Uso de la tecnología
En Un mundo feliz se nos relata cómo muchas necesidades humanas son reemplazadas por la ciencia desde el capítulo 1, lo que se convierte poco a poco en una dictadura donde se usa la antes mencionada como instrumento de control y no como herramienta de estudio, siendo el último su objetivo inicial. Un orden sobrepuesto pero jamás cuestionado por el individuo.
¿Un mundo feliz?
Para que lo anterior pueda ser posible se necesita un elemento que ejerza como opio para las masas, el tan conocido “soma”. Con objetivos como incrementar la productividad y aumentar el consumo comercial del individuo; creando así un sistema de manipulación donde los Alfas sean los únicos beneficiados y la felicidad sea confundida con la satisfacción inmediata proveída por el opio o “soma” donde un entorno controlado secunda dicho sistema y la libertad no es posible porque no se conoce o se piensa que se tiene.
Sobre individualismo
El sistema antes mencionado y el estimulante de la sociedad contribuyen a que el individuo se encuentre cada vez más aislado de los demás y no tenga poder sobre nada, ni siquiera sobre su propia vida; puesto que incluso necesidades tan básicas como el socializar ya puedan ser cubiertas por la tecnología, ya no se tiene una necesidad real de formar parte de una comunidad de ningún tipo.
Un presente utópico
Ya hemos mencionado que esta novela tiene cada vez más parecido con la realidad, donde ciertamente no todo es exacto, sin embargo, nos podemos dar cuenta de las chispas de Un mundo feliz que podemos encontrar en nuestro día a día. Un claro ejemplo de esto es la tecnología actual y el cómo su uso se va deformando, las redes sociales irónicamente vuelven cada vez más asocial a quien las usa. También podemos mencionar que la resiente pandemia tuvo ciertos toques de individualismo, aislándonos cada vez más de los demás y dejando secuelas emocionales y sociales en miles de personas.
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