12 de los libros LGBT+ imprescindibles de la literatura mexicana


Es importante visibilizar las obras con temática LGBT+, hoy que celebramos el día del libro LGBT+ dedicamos este post a aquellos libros que han trascendido en la literatura mexicana de los últimos tiempos.

El 1 de abril de cada año se celebra el día del libro LGBT+ en conmemoración del nacimiento de Juan Gil-Albert, autor español exiliado en México, quien narró su exilio en México (1939-1947) en “Tobeyo o del amor”, novela en la que cuenta su romance con el joven barman mexicano Guillermo Sánchez.   En la historia de la literatura mexicana han existido autores y autoras que han creado verdaderas joyas. Aquí te presentamos una lista 12 de los libros con temática LGBT+ que han sido trascendentes en la narrativa mexicana de los siglos XX y XXI.

Amora, Rosamaría Roffiel, (Planeta, 1989)

Esta es la primera novela abiertamente lésbica publicada en México. El texto alterna pasajes narrativos con fragmentos líricos y ensayísticos con una abierta intención “didáctica”. La autora presenta un personaje de orientación política de izquierda, enamorada de una mujer heterosexual, y la paulatina visión que ésta va teniendo del mundo lésbico.

Después de todo, José Ceballos de Maldonado, (Diógenes, 1969)

Esta es una de las obras más importantes de la narrativa gay en México. Fue escrita una década antes de que iniciara la lucha por la reivindicación de los derechos de la población LGBT+. Después de todo es una novela visionaria con un compromiso ético indudable, y con uno de los personajes homosexuales más fuertes y sólidos de la literatura mexicana.

Crema de vainilla, Artemisa Téllez, (Voces en tinta, 2014)

En esta novela hay una intención clara de subvertir la imagen de la buena lesbiana, de derrumbar clichés y estereotipos, de abordar las historias enfatizando las corporeidades de sus protagonistas, quienes ejercen su goce de manera irrestricta. Irene, becaria veinteañera de universidad privada, y Lala, la chica rica y guapa de su grupo, comienzan una fuerte relación amistosa que incluye también intensos encuentros sexuales. Irene revive esa pasión obsesiva años después. Y explora los insospechados caminos del sadomasoquismo, en compañía de Adriana, la actual amante de Lala.

El vino de los bravos, Luis González de Alba, (Katún, 1981)

Esta es la obra con la cual su autor abordara por primera vez las pasiones homoeróticas. Colección de nueve relatos a manera de postales sobre la vida gay en diferentes regiones del mundo: Guadalajara, Ciudad de México, Santiago de Chile, Venecia, Barcelona y Sao Paulo. Una apología de la homosexualidad masculina como un paraíso de hombres hiperviriles y la idea del sexo inmediato y anónimo como una forma de castidad.

La estatua de sal, Salvador Novo, (Conaculta, 1998)

Este es el primer testimonio autobiográfico escrito por un autor mexicano homosexual. Novo lo dejó inconcluso en 1945 y su publicación fue póstuma cinco décadas después. Abarca solo hasta sus primeros veinte años de vida, pues era parte de un plan más extenso. En el libro relata sucesos del periodo de 1914 a 1924 aproximadamente, sobre todo su iniciación en la adolescencia, los primeros juegos eróticos y después la revelación plena del placer sexual y su ingreso al guetto homosexual. Novo escribió acerca de la naturaleza del texto: “Confesarse en público, ante un vasto horizonte de lectores conocidos y desconocidos, es asumir entre otros el riesgo de la absoluta desnudez anímica”.

Gozoología, Arturo Arredondo, (Joaquín Mortiz, 1991)

Este texto es un volumen de cuentos que traza una insospechada analogía entre las relaciones homoeróticas y las conductas de varias especies de animales, palomas, toros, avestruces, águilas. Cuando la explosión de la narrativa gay comenzaba a menguar en los tempranos noventa, esta obra le dio un giro inesperado, aunque el autor no volvió a abordar el mismo asunto. Sobresalen dos textos: uno sobre el inquietante encuentro sexual entre un hombre y un ser bestial de apariencia caprina, que lo posee concienzudamente. Y otro que presenta a la primera personaja transgénero de la narrativa mexicana.

El diario de José Toledo, Miguel Barbachano Ponce, (Era, 1964)

La obra de Barbachano es la primera novela mexicana que habló directamente de homosexualidad, muchos años antes de que empezara la lucha reivindicativa. Aunque fue una primicia ciertamente siniestra, pues todos los hombres gays que aparecen tienen final trágico. El autor afirmó haber encontrado el diario en un autobús, lo cual haría a esta novela el testimonio de un hombre gay inmerso en la condena apabullante de su época.

Crónica sero, Joaquín Hurtado, (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2003)

La historia es uno de los más importantes testimonios sobre el sida en Hispanoamérica. Crónica sero comprende una recopilación de narraciones aparecidas en el suplemento Letra S. Estas fueron escritas a partir de la experiencia propia del autor y otras personas que padecieron la incomprensión acerca del virus en los tempranos años ochenta. El autor se expone a la vista de los lectores, ahonda en sus vivencias y contradicciones, en las obsesiones alrededor de la enfermedad. Esto con el propósito de combatir la apatía, el silenciamiento y la violencia soterrada.

Rhyme & Reason, Criseida Santos Guevara, (F.E.T.A./Conaculta, 2008)

En este libro se cuenta cuando Claudia regresa a México junto con su pareja Felicia, quien está embarazada, pero este es un regreso deprimente y la pareja entra en crisis. Las aspiraciones y preocupaciones de la pareja ahora son las que atañen a cualquier familia: la incertidumbre laboral y social, la economía exigua, etc. La música es un elemento determinante. Una de ellas se identifica con Jorge Negrete porque quiere ser como él: sexy, borracha y enamorada. Los títulos de los capítulos son líneas de canciones, y el soundtrack está compuesto tanto por Pablo Milanés como Eminem, Marisela, Chico Ché o Survivor. El hip hop es el género que da cohesión a la historia, desde el título es patente esta influencia. Claudia relata su relación con Felicia y su situación desesperante como si estuviera haciendo una novela/rap.

Elías Nandino. Una vida no/velada, Enrique Aguilar, (Grijalbo, 1986)

Esta autobiografía fue publicada cuando el poeta, amigo cercano del grupo «Los Contemporáneos», tenía 86 años y un amplio reconocimiento. Pese a que él mismo lo reconocía, su vida sexual era un secreto a voces. Y en su obra fue un asunto que mantuvo casi oculto; apenas en un poemario de 1983 se atrevía a decir “El amor no tiene sexo, tiene amor”. Entonces esta confesión resulta una declaración de principios largamente postergada, pero abierta y sincera. Aunque al parecer Nandino se arrepintió del resultado final e hizo su propia versión.

El vampiro de la colonia Roma, Luis Zapata, (Grijalbo, 1979)

Poco hay que agregar acerca de esta obra única. Su autor ocupa un sitio destacado no solamente en la narrativa gay, sino en el contexto general de las letras de nuestro país. Con esta novela Luis Zapata marcó la entrada definitiva de la homosexualidad a la literatura mexicana, reforzando desde las letras el reciente movimiento activista en su época.

41 o El Muchacho que soñaba con fantasmas, de Paolo Po, (Costa-Amic Editores, 1964)

Pero la madre de la literatura gay mexicana es la novela 41 o El muchacho que soñaba con fantasmas. Se trata de la primera de las novelas gay mexicanas, publicada en 1964. Paolo Po fue el primer escritor mexicano en asumirse como abiertamente homosexual y en relatar sus experiencias sexuales y románticas en un libro.

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